Gran Templo

Caracas, Venezuela

El Templo Masónico de Caracas se construye en varias etapas: la primera se inicia a en 1863, con la compra de la primera de las parcelas donde quedará emplazado el edificio, y con la posterior colocación de la “Piedra Fundamental”; la segunda comprende los años 1873 a 1876 y está caracterizada por la intervención del gobierno en la obra y su inauguración, si bien el edificio no queda concluido; la tercera etapa se encuentra cronológicamente ubicada entre los años 1887-1888, cuando queda finalmente terminada la edificación. En 1893, se aprueban recursos para equipar y dotar los espacios del monumento, lo que supone una cuarta etapa constructiva; y, finalmente, se debe considerar el periodo donde se sucede el terremoto de 1900, que concluye en 1904 con la reparación del mismo. En lo adelante, se estudiará separadamente cada uno de los momentos de ese proceso.

Primera etapa (1863-1873)

Este periodo “embrionario” de la construcción del templo, se caracteriza por el esfuerzo realizado por los masones en recolectar recursos para el levantamiento del mismo.

También se puede definir esta etapa como un periodo de insuficiencia financiera y de continuos conflictos políticos, elementos que impidieron el completo desarrollo del proyecto. Es, pues, un ciclo de “arranque” en la iniciativa de materializar el levantamiento del monumento, y cuyos frutos no se logran ver en ese momento. En esta primera etapa, se reúnen 12.000 pesos destinados a la compra de los solares y algunos trabajos de construcción, fondos insuficientes que determinan finamente la suspensión de la obra.

Ya en septiembre del año 1863, se ha resuelto el problema del emplazamiento del edificio, con lo cual se iniciaría esta primera etapa. Un año más tarde, el día 11 de septiembre de 1864, es colocada su Piedra Fundamental. En esa ocasión, el Gran Orador de la Gran Logia de la República de Venezuela, Isaac Pardo, pronuncia un discurso en el que pone de manifiesto el esfuerzo mancomunado realizado por los hermanos en la búsqueda de los fondos necesarios para la compra del terreno y la edificación del edificio, datos que se desprenden del trazado (libro de actas), publicado en esa fecha y que reposa en los archivos del Supremo Consejo del Grado 33. Como señalamos antes, es probable que la construcción del templo se iniciara en la primera de las parcelas adquiridas, y luego el proyecto se modificara para ocupar también el espacio ganado con la compra de la segunda parcela.

Para Tejera (1875), Arcila Farías (1961), Gasparini y Posani (1969) y Zawisza (1988; 1998)

El ingeniero Juan Hurtado Manrique elaboraría el proyecto del templo. En una comunicación del propio Hurtado −que comentaremos más adelante− el profesional deja clara su autoría sobre el diseño. No obstante, no sabemos si Hurtado se involucra en el proyecto desde sus inicios, en 1864, o después de que el gobierno nacional interviene en la culminación de la obra, una década más tarde.

Juan Hurtado Manrique (1836-1896), es uno de los más importantes arquitectos del periodo guzmancista y de todo el siglo XIX venezolano; creemos que su participación en la construcción del edificio que servirá de templo a la masonería caraqueña, se debe justificar no sólo en la hipótesis de una eventual vinculación familiar –insinuada por Zawisza pero aun no comprobada- con algún miembro de la Junta de Fomento que crea el gobierno de Guzmán Blanco en 1873 para concluir la obra, sino, sobre todo, por su filiación masónica: Hurtado Manrique aparece en el cuadro de dignidades de la logia “Regeneración Nº 40”, ostentado el Grado 30 en la Orden, es decir, “Gran Elegido Caballero Kadosch del Águila Blanca y Negra”. Se sabe también que Hurtado llegó a alcanzar luego el Grado 33 dentro de la Orden.

A pesar de la filiación masónica de Hurtado Manrique y de haber formado parte del diseño y construcción de esta estructura tan importante para la Hermandad, no se ha encontrado ningún trabajo que haya revelado anteriormente la condición masónica de este arquitecto, cuestión que ahora dejamos por sentada. Es significativo el hecho de que este ingeniero, como otros que realizaron importantes trabajos en la Venezuela en la época de Guzmán Blanco, fueran masones, como por ejemplo Manuel María Urbaneja, Lino Revenga, Jesús Muñoz Tébar y Agustín Aveledo, entre otros.

Hurtado Manrique cumple importantes tareas dentro de la construcción de edificaciones en Venezuela en el periodo guzmancista; Arcila Farías señala que fue “constructor del Arco de la Federación, del los Templos de Santa Teresa, Santa Ana y El Calvario, de las fachadas de la Universalidad, del Palacio de Justicia y del Museo Nacional”, además de “Director General de la construcción del ferrocarril de Caracas a Antímano y de los trabajos de desviación de la Carretera de Occidente desde la Victoria hasta La Mora” entre muchas otras actividades científicas e intelectuales (1961: T I. Pág. 293). Dentro de los cargos públicos ejercidos durante los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco, Hurtado Manrique también ocupa la cartera del Ministerio de Obras Públicas (Hernández Serrano, 1985), lo que demuestra la versatilidad de dicho profesional.

Como militar, Hurtado Manrique participa activamente en la Guerra Federal, detentando para 1868 el rango de General, lo que se puede ver en un recibo por pago de raciones fechado el 23 de febrero de ese año, suscrita por el propio Hurtado como General en Jefe, y que firma colocando los tres puntos característicos de los masones (Anexo Nº 11).

Los hermanos y su contribución

Como en el caso de las edificaciones masónicas erigidas en el resto del país, el financiamiento de la obra de Caracas también proviene, en principio, de la contribución de los propios hermanos de la Orden. Producto de la suscripción de acciones y recolección de fondos, en poco tiempo se recaudan 2.000 pesos (Rivas, 1967: pág. 8). No obstante, estos recursos no son suficientes para llevar la obra a pronto término; es así que para el año 1867, poco era lo que se había ejecutado. Este hecho se evidencia en uno de sus órganos de divulgación, la Revista Mazónica, (sic) en donde se señala:

Hasta ahora están paralizados los trab:. del templo masónico (sic); pero tenemos entendido, y aun lo podemos asegurar, que algunos talleres y hermanos en particular se ocupan asiduamente en reunir fondos para continuar la obra. Nosotros escitamos (sic) a todos los cuerpos establecidos en este Or.: á que en sus ten.: hagan efectiva la circulación del saco de fabrica que en varias Logias ha producido no pocas acciones. La conveniencia de tener un local propio está al alcance de todos (“Fabrica”, en Revista Masonica,Caracas, 16/02/1867, Pág. 24).

Las limitaciones financieras se extienden hasta la década de 1870. La paralización de la obra a finales de 1872, obliga a la Gran Logia a pedir auxilio oficial al mismo Presidente de la República, General Antonio Guzmán Blanco, quien es masón y miembro de la logia “Esperanza Nº 7”. De esta gestión se encarga el Gran Maestro Juan Crisóstomo Hurtado, quien apela primero a encuentros y conversaciones informales, y luego solicita formalmente al Presidente la ayuda para la culminación del edificio, como lo revela una comunicación de fecha 30 de diciembre de 1872, que reposa en el archivo de la Gran Logia.

El año 1873, transcurre con la organización de colectas y donaciones de los masones para la continuación de los trabajos (Rivas, 1967). Sin embargo, al final de ese año, el Presidente Guzmán Blanco resuelve contribuir con la conclusión del edificio, inaugurando así una segunda etapa en la historia del inmueble en la que resulta decisivo el aporte oficial.

Segunda etapa (1873-1876)

En efecto, por intermedio del Ministerio de Fomento, Guzmán Blanco canaliza un importante aporte estatal para la terminación del templo, como lo certifica una resolución emanada de dicho Ministerio:

Caracas, Diciembre de 1873, 10º 15º: por disposición del Presidente de la República, 1º. Se crea una Junta de Fomento en la capital, compuesta de los ciudadanos Juan Crisóstomo Hurtado, Presidente; Isaac Pardo, Dr. Jesús M. Blanco y José Rafael Pacheco. Dicha junta se encargará de la conclusión del Templo Masónico que existe en fabrica en las esquina de Maturín, de acuerdo con los planos y presupuestos presentados a este Ministerio.- 2º. Se acuerda con este objeto la suma de cinco mil venezolanos que se pagaran por la Tesorería Nacional de Fomento, debiendo la Junta presentar a este ministerio los presupuestos quincenales, informes y relaciones, todo de conformidad con la resolución de 29 de septiembre y 21 de noviembre último… (Ministerio de Fomento, 1874. Pág. 75).

La Memoria del Ministerio de Fomento de 1874, también hace referencia a los planos del mismo, y señala las características, estilo arquitectónico, organización funcional y dimensiones del edificio, que aparentemente muy poco había avanzado en una década: Dispuso el ciudadano Presidente de la República que por este Ministerio se dictara la resolución de 1º de Diciembre que encontrareis entre los documentos de la cuenta bajo el número 129, creando la Junta de Fomento en esta ciudad según consta en el cuadro correspondiente Nº 7, para correr con la administración y dirección de los trabajos del templo masónico que existe en fabrica, de acuerdo a los planos y presupuesto aprobados. El plano aprobado para la fachada de este edificio es de orden Jónico con un frente de 32 metros por 14 metros 50 centímetros de altura. El área señalada es de mil novecientos cincuenta y dos metros cuadrados. Tendrá tres naves separadas por patios de luz; la superficie de la nave principal será de ciento cuarenta y siete metros cuadrados; y la de cada una de los laterales, de ciento veinte. Entre la fachada y el templo habrá una galería de siete metros y treinta y dos de largo, con dos pisos. A espalda del mismo se construirá un corredor de cinco metros de ancho por diez y siete de largo, terminando en sus extremos por dos piezas que servirán de secretarías. Además de las tres naves se construirán interiormente salas adecuadas a las necesidades de la Institución… (Ministerio de Fomento, 1874, Pág. XV).

Arcila Farías (1961, tomo II, Pág. 507) señala al ingeniero y general Julián Churión como uno de los profesionales que se involucraría en esta etapa con la construcción del Templo Masónico de Caracas. El dato lo confirma una resolución del Ministerio de Obras Públicas, fechada el 29 de marzo de 1875, donde se le nombra “Ingeniero Director de los trabajos que hayan de ejecutarse en las obras Panteón Nacional, Templo Mazónico (sic) y Mercado Público de esta ciudad” (Anexo Nº 12).

De todos los especialistas que intervinieron en los trabajos de arquitectura e ingeniería de esta edificación, Julián Churion es el único del cual no hemos podido comprobar su filiación masónica; tampoco se han recabado muchos datos acerca de su vida34. No obstante, Churión no permanece mucho tiempo en las obras. Quizá el no formar parte de la Orden contribuyó con su corto período de contratación.

No siendo suficientes los fondos dispuestos inicialmente para la conclusión del edificio, sucesivamente se le van agregando nuevos recursos. En 1876, la Memoria del Ministerio de Obras Públicas (organismo creado dos años antes para la ejecución de las principales edificaciones e infraestructuras patrocinadas por el Estado), se refleja una asignación del año anterior por 6.000 venezolanos, a razón de 1.500 venezolanos mensuales, habiéndose invertido para noviembre de 1875 la cantidad de 29.446,20 venezolanos.

El Templo Masónico de Caracas fue inaugurado formalmente el 27 de abril de 1876, con la presencia del propio Guzmán Blanco; sin embargo, no será hasta 1888, como veremos luego, cuando este queda definitivamente concluido.

TEMPLOS MASÓNICOS EN VENEZUELA (1853-1889)

Trabajo de Grado presentado ante la Universidad Central de Venezuela para optar al Grado Académico de Magister Scientiarum en Historia de la Arquitectura y del Urbanismo / Tutor: Marín Castañeda, Orlando Autor: Q:. H:. Briceño Domínguez, Jipson.

DESCRIPCIÓN DEL TEMPLO MASÓNICO DE CARACAS (situado entre las esquinas de Jesuitas y Maturín, calle de la Protección)

Su entrada la constituye un hermoso jardín cercado de artística baranda de hierro, sus respectivas pilastras y emblemas masónicos; el jardín abarca todo el frente del edificio y su fondo mide 7 metros, a los extremos del jardín están situados dos bonitos juegos de agua.

Después de este jardín, sigue el cuerpo del gran edificio que tiene, de frente 32 metros; de alto: 13 y medio metros y de largo 68; en frente tiene dos pisos.

En la primera base, en su centro, tiene la puerta principal de entrada que mide seis metros de altura, a sus costados se destacan cuatro grandes columnas salomónicas, que se elevan a 12 metros, terminando estas con sus ostentosos capiteles; a los extremos de estas hermosas columnas, se encuentran simétricamente cuatro grandes ventanas de 5 metros de altura, dando así al edificio mucha belleza.

En el segundo piso, lucen 5 hermosas ventanas, con sus respectivos balcones de hierro, y para coronar la obra, concluye la ostentosa cornisa, obra del mejor gusto artístico; este piso tiene seis metros de altura, siete de ancho y todo el frente del edificio.

El Salón de Pasos Perdidos, es la primera pieza que tiene el Templo al entrar el cual mide 32 metros de frente, 7 de alto y G de ancho; pintado todo al óleo y en sus paredes resaltan con gusto esmerado, los 33 escudos de la Orden, del 1º al 33. Dicho espacioso salón está iluminado por tres hermosas arañas de gas y en las paredes lámparas de igual respecto.

En la testera de la puerta principal de la entrada, está colocado el Escudo de las Armas Heráldicas de la Masonería, representado en tres castillos y coronado dicho escudo un brazo teniendo en la mano la insignia del trabajo.

Al frente de la entrada, se encuentra la Cámara de Aprendiz, teniendo en su frontis nuestro hermoso lema: AL∴ G∴ D∴ A∴ D∴ U∴ A los extremos de la puerta principal, se hallan dos lindas estatuas de bronce, representando la CONCORDIA y e! TRABAJO. Esta Cámara tiene de extensión 30 metros, 8 y medio de altura y 9 de ancho. La parte destinada para el Oriente está situada sobre siete gradas; la circunferencia que tiene el Oriente, es de 24 metros y la gran cúpula que la forma, se eleva a 16 metros de altura, dicha Cámara tiene en su interior, dos escaleras laterales a su entrada que sirven para comunicarse con el Coro: este salón puede contener cómodamente sentadas 600 personas. Además de la puerta principal de entrada, tiene una por cada costado, como también cuatro ventanas por cada lado, con sus respectivos medios puntos de vidrio de color, que contribuyen a realzar la Cámara; la que se ilumina por siete arañas de gas, fuera de otras colocadas convenientemente. El arquitectónico arco que divide el Oriente del cuerpo de la Cámara, la cúpula, su lindo cielo estrellado y sus paredes, son admirables: allí se contempla la mano maestra, tanto por la ornamentación como por los atributos del grado, como por su lucido mueblaje.

A los costados de esta cámara, parten dos grandes y extensos patios de 30 metros de largo por 4 de ancho, todo pavimentado. A la derecha de la Cámara de Aprendiz, está situada la de 18 siendo su extensión de 21 metros, 6.50 de ancho y 8 y medio de alto; bellamente decorado y con todo lo que necesita este salón.

A la izquierda de la Cámara de Aprendiz, está la de Maestro, con iguales dimensiones que la del 18 y ornamentada completamente. Al fondo de esta se encuentra el gabinete destinado para las Grandes Secretarías de Altos Cuerpos; y sigue un corredor de 5 por 5 metros; a su izquierda se encuentra una escalera para comunicarse con las cámaras pequeñas en el Alto. Al frente de este corredor está la destinada para los trabajos de Comp.: que tiene la extensión 10 metros; 7 de alto y 6 de ancho.

Al extremo opuesto de la Cámara de 18 están los Cuartos de reflexión, Salón de Biblioteca, un corredor igual al que esta enseguida de la gran Secretaria, con igual escalera para comunicarse al Alto; y enfrente de dicho corredor, está la linda Cámara destinada a los Gr.: 30º y 31º todo perfectamente decorado.

En el centro de estos dos departamentos, está el gran patio principal del edificio, que tiene 17 metros de ancho por 14 de largo, todo en cemento, y en su centro una fuente; al final de este hermoso patio, está construido el Salón de Banquetes, con una extensión de 25 metros por 6 de ancho; la mesa de herradura que tiene, pueden colocarse 150 y 200 personas. El mismo salón, a la parte Sur, está separado por un hermoso arco y con un bonito cortinaje, el cual es destinado para el servicio. En dicho salón, resalta en el centro, el Escudo Nacional, de relieve y con ornamentos dorados. Colocados convenientemente, nuestro hermoso lema: — LIBERTAD — IGUALDAD — FRATERNIDAD y de igual manera, pintada bellamente en agrupaciones, nuestra gloriosa bandera nacional, con alegorías adecuadas a la recreación; dicho salón se ilumina por cinco arañas de gas y la mesa tiene demarcados los puestos de las dignidades respectivas.

El salón destinado para la Cámara 33, está situado en el alto del segundo piso del edificio, su frente es toda la extensión de este y se compone de cuatro departamentos y debidamente ornamentado con los atributos correspondientes a su jerarquía y con un hermoso cortinaje que hace juego con los muebles que le dan a la Cámara, el mayor esplendor por sus riquezas.

Al terminar esta sucinta relación, debemos manifestar que todos los salones están bellamente ornamentados y decorados; pero el último salón que es el del 33º hay especialidad, gusto, riqueza en alfombras, sillones y demás enseres; nada se ha omitido.

El Templo es admirado por todo el que lo ve y en especial por les extranjeros, que también contemplan y elogian el edificio que puede decirse, que en su género, es uno de los primeros que tiene la América.

El Templo está iluminado por 80 luces de gas. No debe terminarse esta pequeña reseña, sin dejar de hacer conocer a todos, que se debe en su mayor parte todo esto, al General Antonio Guzmán Blanco, que destinó varias sumas para terminar su construcción y últimamente al General Joaquín Crespo, que espontáneamente ordenó el gasto para la ornamentación y decoración de todas las Cámaras, razón esta para que resalte más y más la magnificencia y esplendor del Templo, que los masones dedican al Supremo Artífice de los mundos.

Caracas, año 1.894 (e∴ v∴)

En la actualidad El Gran Templo Masónico de Caracas, mantiene su belleza arquitectónica conservando sus espacios, donde se respira un aire de sobriedad y elegancia en las distintas áreas.

En la gráfica se puede observar parte del hall de entrada, que muestra la puerta a la cámara principal, en frente de esta, se encuentra un busto del Libertador con mirada que impacta al visitante obligándolo a reflexionar sobre sus hazañas.

El busto del Libertador fue construido en bronce y resguarda la puerta de entrada a la Cámara principal.

"La unión debe salvarnos como nos destruirá la división si llega a introducirse entre nosotros."